Este fragmento es la parte final donde Don Flor les dice que ¿Cuál es el día que quieren ver en sangre? y el desenlace de este gran libro.
-¿Y ustedes, niñitas, qué castigo quieren?
Las niñas se miraron asustadas, querían irse a su casa y estar cerca de Felipe II y de Candelaria. Don Flor y su casa redonda les daban miedo.
-Yo soy el dueño de los días. Soy el Siglo. Díganme en qué día las ofendieron, y ya verán lo que le hacemos al Día que ustedes me pidan. Las niñas miraron a los ojos secos de don Flor.
-Vuelvan, no importa que haya tanta agua entre ustedes y yo. Lo mismo les haré el favor. ¡Los días son parejos para todos! ¿Quieren que chicoteemos al Jueves? Díganme, ¿Cuál es el día que quieren ver en sangre?
Ellas volvieron a mirar el suelo. No querían ver los ojos del hombre ni oír sus palabras sombrías.
-Díganme, niñitas, ¿Cuál es el día que quieren ver en sangre? –don Flor repitió una y otra vez su misma pregunta.
-¿Cuál es el día que quieren ver en sangre? No cambiaba de voz ni se impacientaba frente a su silencio.
Don Flor preguntando a las niñas ¿Cuál es el día que quieren ver sangre? |
-¿Cuál es el día que quieren ver en sangre? Pasó mucho tiempo antes de que pudieran ganar la puerta de salida. No se fijaron si la puerta quedó abierta o cerrada. Lo único que querían era llegar a su casa. Cuando cruzaron el zaguán, delante de la figura asombrada de Rutilio, la voz repitió:
-¿Cuál es el día que quieren ver en sangre? ¿Cuál? ¿Cuál, niñitas? ¿Cuál? ¿Dígame cuál es el día que necesitan ver en sangre?
Se echaron a llorar. Su padre les explicó que los días eran blancos y qué la única semana era la Semana Santa: Domingo de ramos, Lunes Santo, Martes Santo, Miércoles Santo, Jueves Santo, Viernes de Dolores, Sábado de gloria y Domingo de Resurrección. Pero era difícil olvidar a la semana de colores encerrada en la casa de don Flor.
-¿Cuál es el día que necesitan ver en sangre? ¿Cuál? ¿Cuál?
-Ya se quedaron como pájaros locos, brincando de la Semana Santa a la semana de Colores encerrada en la casa de don Flor – les dijo Candelaria al correr el velo del mosquitero, que resultaba ineficaz para protegerlas de la pregunta de don Flor. “¿Cuál es el día que necesitan ver en sangre? ¿Cuál? ¿Cuál?”.
Por la mañana Candelaria no les llevó el desayuno. Rutilio les sirvió la avena con leche. Las miraba con miedo. Su padre y su madre habían salido a una diligencia.
-Para que no las molesten a ustedes – explicó Rutilio acercándoseles el cestito de los bizcochos.
-¿Quién?
-Don Flor
De la mañana blanca, tendida sobre el mantel, surgió la pregunta:
¿Cuál es el día que quieren ver en sangre? ¿Cuál, niñitas, cuál?
Sí… nos habló mucho…- se echaron a llorar.
-No sé…. Respondió Evita,
-Sí, sí…- asintió Lili.
-Eso dice, que fueron ustedes las que dejaron la puerta abierta. Salía tanta pestilencia, que los arrieros, al pasar por allí lo hallaron tirado en el mero centro. Dicen que fueron las mujeres las que lo mataron, porque la Semana desapareció….. ¿Están seguras de que les habló?... Dicen que murió hace varios días…
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